28 febrero 2014

Ganarte la confianza de tu equipo

Hemos llegado a un punto que las diferencias entre los centros educativos ya no es sólo la titularidad, la cantidad de recursos, las instalaciones, los idiomas, etc, sino su personal docente. 

Los directivos de un centro educativo lo que tienen que cuidar y mimar todos los días es a su equipo de profesores. Tener en sus manos dos riendas, la de la dulzura y la de la exigencia. A los profesores, como a todos, les gusta que les feliciten por lo que hacen, aunque sea su deber, que le agradezcan los detalles altruistas que tienen con el centro, con los alumnos o con los padres. 

Pero también les gusta que les aconsejen, que les muestren nuevas técnicas, que les ayuden a pensar, que les animen a investigar y que les indiquen en que tienen que mejorar.

Cuando todo eso se hace, lo que el equipo directivo gana es la CONFIANZA de su gente. Y la confianza no significa que te cuenten todo lo que pasa o les pasa. Cuando no hay confianza parece que se te viene el mundo encima, no se vislumbra una salida y te es imposible superar las dificultades. La confianza te hace capaz de pensar que puedes hacerlo, que lo harás adecuadamente.

Al fin y al cabo confianza es la esperanza firme y segura que se tiene en una persona porque va a actuar como se espera de ella. Si los equipos directivos tienen en cuenta esto, deberían actuar así para que su equipo vivan en libertad y le consideren líderes.


26 mayo 2013

El director sin despacho


La vida en un centro educativo es muy rica, dinámica, rápida, ágil y sin descanso porque cada día es diferente y siempre hay quien necesita algo y reclama la atención de otro.

En ese clima, no se puede entender muy bien que el director o la directora se encierre en su despacho, con la puerta encajada que mande el mensaje de "no molestar". El directivo innovador que crece en liderazgo cada día se ve obligado como todos a responder llamadas, a escribir e-mails, a rellenar papeles, etc. pero sabe organizar su tiempo para estar con su profesorado.

El directivo líder, no deja pasar las horas, los días sin aumentar el conocimiento de sus colaboradores. Se me ocurren algunas propuestas de preguntas que puede tener preparadas para configurar la imagen de cada uno de sus profesores.

Una posible pregunta sería: ¿Estás creciendo, estás aprendiendo en el colegio? Según la respuesta, el director tiene mucho contenido para ayudarle, para ofrecerle aquello que precisa para que haga cada día mejor su tarea.

La motivación es lo que empuja a la voluntad para hacer, aprender, crecer, construir, etc pero es común que los que ejercen de "jefes", que no de líderes, suelen más desmotivar que motivar o impulsar a los que le rodean. Yo recuerdo, que tuve una jefa en un momento de mi vida profesional que lo más agradable que decía era que "los profesores eran unos inútiles incompetentes", vamos todo un aliciente. Así que, una buena pregunta que puedes hacer a los profesores es ¿En qué crees tú que podemos innovar? y ¿Qué recursos se necesitarían para ello?. No se trata de escribir la carta de los reyes magos, sino de ir creciendo paso a paso pero con solidez.

La misión del centro se alcanzará cuando todo el claustro se encuentre alineado con ella, para ello, los directivos tienen que tener la certeza de que su profesorado se encuentra reconocido, que se valora su talento. Esta sería una buena pregunta, sobre todo, por la respuesta.

¿Cuántas horas pasas en tu despacho? Piénsalo, puede ser una medida para valorar tu gestión del centro. La vida del centro se desarrolla, seguramente, más allá de tus paredes. El despacho sirve para unas funciones concretas pero los pasillos, la sala de profesores, el comedor... esos otros lugares son idóneos para conversaciones interesantes. 



14 mayo 2013


Liderazgo. Saber descubrir el talento del otro y ayudarle a crecer.

La educación es, entre otras cuestiones, saber sacar el talento de nuestros alumnos. Así que lo primero es preguntarnos si dirigimos con talento. Los equipos directivos de los centros se convierten en la clave del proceso. Dirigir personas bien, significa ser capaz de motivarlas para que hagan las cosas y las hagan de forma correcta. Para conseguirlo, necesitamos conocer sus motivaciones, respetarlas y potenciarlas.
El directivo anclado en sus conocimientos o en su experiencia pasada, cerrado a los cambios, se convierte en un estorbo para su desarrollo personal y el de su organización. Mejorar, incrementar los conocimientos e innovar, forman parte de la vida de cada uno. Así pues, lo propio de un buen directivo no es solo adquirir nuevos conocimientos, que es inevitable en una persona normalmente constituida. La verdadera capacidad de aprender viene determinada por la calidad de ese aprendizaje y su puesta en práctica al servicio de nuestros objetivos. El aprendizaje parte del examen del pasado, del estudio de los porqués de los acontecimientos, del planteamiento de dudas y del afán por alcanzar metas altas, y se proyecta en el cómo del futuro.
El empeño por conocer algo, por encontrar soluciones a los problemas o mejorar los resultados estimula nuestra actitud por aprender. Esa actitud genera muchas más posibilidades de aprendizaje que las acciones formativas programadas desde una mesa de despacho.
Salir fuera de la propia organización, conocer a fondo la competencia u otras instituciones –incluso de otros países- abren la mente, generan iniciativas, dinamiza nuestra actividad. Esto exige un esfuerzo por salirse de lo ordinario; un esfuerzo casi de investigación hasta encontrar los más interesante.
Conoce los peligros para aprender para saber rechazarlas:
1.- La falta de ilusión por mejorar. Existe el peligro de anquilosamiento, de caer en el conformismo: ¡así ya vale¡. Un directivo conformista causa mucho daño. Buscar la excelencia, que no es el éxito efímero de unos pocos años.
2.- Ser absorbido por lo inmediato. El aprendizaje requiere sosiego y reflexión.
3.- La falta de constancia. Si desfallecemos ante los primeros intentos, nunca llegaremos a la edad adulta en el campo personal o profesional.
4.- La ideología en sentido amplio. Planteamientos ideológicos establecidos a priori limitan mucho la capacidad de aprendizaje. Por ejemplo, quien, de entrada, da por supuesto que los ordenadores producen más perdidas de tiempo que ganancia.
5.- La pereza –la falta de fortaleza para acometer con energía las propias obligaciones- no favorece en absoluto el afán por aprender.  El aprendizaje supone un esfuerzo de reflexión, concreción, puesta en práctica, evaluación de los resultados y ajuste de las mejoras necesarias.
Pensemos que todo lo anterior puede ayudarnos a saber "sacar" el talento de todos y cada uno de nuestros alumnos.

11 mayo 2013

Líderes en la sombra.


Hoy quiero hablar de un grupo especial de educadores. Son los “líderes silentes”, los profesores, directivos, docentes, maestros … que desarrollan su trabajo, cada día de manera silenciosa, tranquila, sosegadamente. Pero que cada día conquistan voluntades. La voluntad de sus alumnos para aprender, que despiertan el deseo de creatividad de sus alumnos por el camino más complicado, el del esfuerzo. No elevan nunca la voz, ni aparecen feas muecas en sus rostros. Pero si entras en su aula se respira un ambiente agradable, y ¡todos trabajan¡.
Los líderes silentes, no salen en las listas de los 100 mejores…, ni son los que trepan en la escalera de los cargos. En cambio, son admirados por sus compañeros. Se les consulta casi todo. Son a los que se pueden pedir favores porque se organizan bien y no van agobiados.
En el caso de los que ocupan cargos directivos, es fácil identificarlos. ¡Tienen tiempo para todos¡ aunque nadie se lo explique (si  estuviéramos en el centro más allá de la hora de salida, los encontraríamos en sus despachos). Suelen saber delegar. Hacen y desaparecen para que sean otros los que “rematen” lo que parecía que no tenía solución.
La Educación necesita líderes en todos los puestos de la organización, en cada uno de los agentes de la comunidad educativa, en cada eslabón. Ellos son los agentes del cambio, los que ayudan a todos a entender las consignas de la transformación del modelo educativo. E incluso los que pueden convencer con su ejemplo que el mejor propósito de la educación debe ser que cada uno de nuestros alumnos consigan desarrollar su talento. Son profesionales de la educación de los píes a la cabeza que no se entretienen en cosas banales y no hacen perder el tiempo a los demás en el sentido más amplio de la expresión.

04 mayo 2013


Hace mucho tiempo tuve un jefe que repetía muchas veces, “la Enseñanza es la Cenicienta de las profesiones”. Reconozco que como persona dedicada a la Educación cada vez que lo decía me molestaba. Ahora pasado el tiempo me doy cuenta que tenía razón, pero que gran parte de culpa la tenemos los que nos dedicamos a ello. Me explico. Cuando te dedicas a la Educación tienes muchas cuestiones presentes. Una de ellas es la educación en valores y por coherencia procuras, no siempre con éxito, predicar con el ejemplo. Bien, pues cuando trabajas en proyectos fuera del entorno de tu centro y con el mundo “agresivo” de la empresa, eso, se te vuelve en contra. Resulta que actúas con la buena fe de aquel que piensa que el otro no te va a tomar el pelo. Pues, nada, no aciertas. Como te dedicas a la educación y además no la pierdes, se sobre entiende que eres tonto y que se te puede tomar el pelo.
Por favor, no lo olvidéis. No ser tontos. Un rasgo significativo del líder es no ser tonto, valorar lo que hace, en su justa medida, pero valorarlo. Lo que cada día hacemos en las aulas es tan importante como lo del cirujano en el quirófano, el periodista y su columna, el informático con sus códigos, etc. Es más, sin ánimo de resultar prepotente, en algunas ocasiones es mucho más importante. Aunque lo nuestro sea intangible no deja de ser valioso.
Algún día la Sociedad descubrirá que valorar lo que la Educación hace repercutirá en beneficio de todos.

13 noviembre 2010

Liderar con Talento


El liderazgo actual es el liderazgo de la persuasión, que se apoya en las relaciones personales. Ya no sirven los liderazgos impuestos o frutos del cargo recibido. El trabajo en equipo ha demostrado ser mucho más eficaz que el trabajo individual. Un directivo necesita formar equipos y trabajar en equipo. Dirigir personas bien, significa ser capaz de motivarlas para que hagan las cosas y las hagan de forma correcta. Para conseguirlo, necesitamos conocer sus motivaciones, respetarlas y potenciarlas.
Entre el pensamiento y la actuación se interpone la libertad. Utilizando la libertad, me resultará más fácil influir sobre mi conducta: siempre puedo elegir lo que hago.
En vez de intentar cambiar o influir en los demás (primera ocurrencia y lo que habitualmente se intenta), vale la pena centrarse en cambiarnos a nosotros mismos: nosotros sí estamos a nuestro alcance. Al actuar así, corremos decididamente hacia un liderazgo efectivo y tremendamente satisfactorio.